Neoyorquinos
Neoyorquinos. Después de haber vivido en la ciudad de Nueva York por muchos años, puedo decir definitivamente que me considero neoyorquino. Ser neoyorquino es mucho más que simplemente vivir en la ciudad, ¡es un modo de vida! Para que te hagas una idea de lo que significa ser New Yorker, he hecho una lista de cosas sin las cuales no podríamos vivir (y no, ¡no son perritos calientes!) y las cosas de las que siempre nos quejamos.
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Cosas sin las cuales los neoyorquinos no podrían vivir
Hay varias cosas sin las cuales un neoyorquino no puede vivir. La número uno sería restaurantes o sitios de comida para llevar (usamos Grubhub o Seamless). No usamos nuestras cocinas porque en la mayoría de casos, hacer la compra es más caro y más incómodo. ¡Es mucho más fácil salir a cenar! Verás muy a menudo largas colas para entrar a un restaurante, sobre todo para tomar el brunch los domingos. Es lo normal, así que lo que hacemos es ponernos en la cola, ¡eso significa que el restaurante es bueno! La comida saludable también es muy importante para nosotros. Intentamos seguir las nuevas tendencias en comida ecológica y zumos como si nos fuera la vida en ello.
Los neoyorquinos no podemos empezar el día sin café. Nos verás haciendo cola en Starbucks o en otras cafeterías para obtener nuestra dosis de cafeína antes de empezar el día. A mí personalmente me gusta comprar un café y un bagel para llevar en el puesto de comida callejera de la esquina, ¡no hay nada mejor! Y si sólo cuesta unos pocos dólares, mejor que mejor.
Me encanta caminar, y recomiendo a todo el mundo que visita la ciudad recorrerla a pie. ¡Pero es una gran ciudad! Así que cuando necesito llegar a algún sitio rápidamente (y a los neoyorquinos les gusta la velocidad) suelo tomar el metro en Nueva York. A veces me meto en un taxi, pero por lo general paso mi MetroCard por el torno y me meto en siguiente tren.
Si eres mujer y vives en Nueva York, necesitas un nivel de mantenimiento muy elevado (o eso es lo que me dice mi mujer). Encontrarás mujeres neoyorquinas en estos lugares: peluquerías (Drybar), salones de masaje, estudios de yoga, salones de manicura, salones de belleza o spas. Pasa lo mismo que en la mayoría de capitales, donde a las mujeres les gusta cuidar su aspecto personal.
Por último, como buen neoyorquino, no lavo mi propia ropa. La culpa la tiene el tamaño de los apartamentos, son tan pequeños que es imposible meter una lavadora dentro. Voy a la lavandería una vez por semana. Les dejo mi colada y cuando la recojo está limpia, planchada y plegada. Perfección absoluta.
De qué se quejan los neoyorquinos
Nueva York es una ciudad increíble para vivir, pero no seríamos New Yorkers de verdad si no nos quejáramos. La primera cosa de la que siempre nos quejamos es sobre lo caro que es vivir en Nueva York. El alquiler es caro, el alcohol es caro, los colegios son caros, todo, en general, es caro para un neoyorquino. Pero nunca nos iríamos a otra parte.
Yo personalmente me quejo mucho de los taxis de Nueva York por dos razones. La primera es cuando otro neoyorquino viene a contracorriente y me roba el taxi. La otra razón es porque a menudo los taxistas se niegan a llevarme a mi destino. Por eso no suelo decirles adónde voy hasta que estoy sentado dentro. Pero a veces pasa que me preguntan antes de entrar adónde voy y, cuando les contesto, me dicen que no pueden llevarme. Además de que no está permitido, es super molesto. Uber and Lyft son por supuesto buenas alternativas con las que evitas este problema.
El metro de Nueva York funciona 24/7 y los trenes salen con mucha frecuencia. Aún así, siempre nos verás corriendo por los andenes, abriendo las puertas como locos y, si lo perdemos, estaremos resoplando durante dos minutos hasta que llegue el siguiente tren. Tenemos sitios a los que ir y cosas que hacer. ¡Siempre tenemos prisa!
Y de ahí la última cosa de la que se quejan los neoyorquinos: caminar despacio. En Nueva York caminamos deprisa, muy deprisa. Si alguien se para a mirar su teléfono o su mapa (perdón por los turistas) entorpeciendo nuestro camino, nos irritamos mucho. Sobre todo si se paran en la puerta giratoria del metro.
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